Sin blusa, se detienen con los segundos y raspan con y piel café.
Destellan brillos de luz que rompen mis manos curiosas.
Se reflejan en mi boca como golosina de niño obeso.
Lunares grandes de miel y cielo.
De noche se hunden en mi espalda con sabor a hierro.
Mueven montañas con buen ejemplo.
Redundan mis manos de nuevo, de nuevo.
Se vuelven fuego como avión en vuelo.
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